Mitos y realidades sobre los protocolos de familia

The secret of getting ahead is getting started” [1]
Mark Twain

Construir un protocolo de familia es una “operación compleja”. Si es exitosa, el paciente no solo revive, sino que tiene la posibilidad de vivir muchos años más, feliz y mucho mejor. Es una intervención de “corazón abierto” que puede durar algún tiempo. En muchos casos se interviene el sistema nervioso de la familia, con el riesgo de tocar fibras muy sensibles, por esta razón -y muchas otras- nos rendimos, o abandonamos el proceso con la esperanza de que vuelva a arrancar (solo?)…

Vale la pena ser consciente y persistente, no desfallecer ni abandonar el proceso. El resultado puede marcar el inicio de una nueva y fascinante etapa en la vida de la familia empresaria.

Nunca nos cansamos de insistir: Los protocolos no se hacen, se construyen. El proceso de construcción es a veces más importante que el resultado mismo, ya que significa para muchas familias, el inicio de una etapa en la cual la familia pasa de una especie de “anarquía” o “status quo“, a una nueva condición de familia auto gobernada, a partir de principios y valores que la familia misma habrá (re) definido para marcar una nueva y mejor etapa en sus relaciones familiares.

La unión familiar debe ser vista como el punto de partida para la preservación de la empresa familiar de generación en generación. El protocolo familiar es la herramienta adecuada para cumplir este propósito. Durante el proceso de construcción del protocolo es importante que la familia tenga en cuenta (como mínimo) los siguientes elementos de discusión :

  • Principios y valores, o el equivalente a una declaración de principios (pero que salga de los corazones)
  • Normas de conducta (ética y solidaridad);
  • Objetivos comunes de la familia a nivel empresarial, familiar y patrimonial;
  • Órganos de gobierno familiar y empresarial;
  • Derechos y obligaciones de los miembros de la familia;
  • Mecanismos de salida de la empresa familiar y de solución de conflictos;
  • Creación de fondos de apoyo familiar;
  • Filantropía;
  • Celebración de eventos académicos, sociales y empresariales de la familia.

A continuación, algunos mitos y realidades en torno al complejo, pero fascinante proceso de construcción de un protocolo de familia:

“Siempre habrá un entusiasta, un líder, alguien que cuestione y alguien que simplemente seguirá la corriente”.

“Nunca piense que otra familia que usted conoce, ya tiene protocolo, no piense en el protocolo ideal, no piense en la extensión, no piense en la forma. Concéntrese en el proceso”.

 “Enfóquense. Si persiguen dos conejos, uno de ellos va a escapar”.

“Lo perfecto es enemigo de lo bueno”. A veces es más importante culminar una primera fase con una primera buena versión, y luego enfocarse en perfeccionar su contenido.

“Primero el Consejo de Familia”. Es indispensable iniciar con un acuerdo fundamental sobre un órgano familiar, formal, a partir del cual se generen las dinámicas propias de un proceso de redacción de un protocolo de familia.

 “Dos cabezas piensan mejor que una, pero no necesariamente cien manos son capaces de escribir algo bueno”. Las ideas vienen del grupo, la redacción debe ser encomendada a unos pocos. Si las ideas son buenas y han sido discutidas y acogidas por el grupo, muy seguramente los encargados de la redacción tendrán éxito en su gestión.

“Es mejor un poco cada semana, cada mes, que mucho al final”.

 “Si la familia tienen una finca o casa de recreo, se debe plantear la posibilidad de iniciar por hacer un ejercicio de reglamentar su uso y las reglas de comportamiento para toda la familia”.

Para finalizar, dos consejos muy importantes. El primero: La familia no debe descartar el apoyo y acompañamiento de un profesional externo, con experiencia en este tipo de procesos, para que imprima dinamismo y continuidad al proceso. El segundo: Concédanse  licencia para hablar de todos los temas, incluso de aquellos temas vedados, tabú o prohibidos, porque sólo a partir de su discusión franca, abierta y madura, el proceso habrá valido la pena.


[1]  “El secreto de ir adelante, es arrancar”  Mark Twain

 

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